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- FLASHES SOBRE EL CONSUMISMO Y EL MINIMALISMO EN RESPUESTA -

  • Foto del escritor: Ginger Eyzell
    Ginger Eyzell
  • 9 jul 2021
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 14 jul 2021

-And we have things

we don't need-


Hace un año en el 2020 las consecuencias de nuestras elecciones como humanidad comenzaron a reclamar un proceso de cambio que nos ha tomado muchisimo tiempo y reflexiones iniciar dentro de esa meditación obligatoria que fue la cuarentena. Cada uno combatió con sus demonios en abstinencia de estímulos externos mientras el mundo se detenía literalmente como lo había pedido Mafalda, yo también quería dejar de correr todas las mañanas entre tuneles subterraneos como una rata yendo hacia un lugar que no me hacía felíz para comprar más de esas cosas que realmente NO necesitaba, y depende del proceso que haya atravesado cada uno se generó un impacto o no en nuestras vidas individuales y colectivas, quisiera creer que todos experimentamos un profundo cambio en nuestra perspectiva acerca de la huella que venimos dejando como especie en este planeta. Uno de los planteamientos que surgieron en el encierro y me resultó interesante al cuestionar las bases de un discurso que ha predominado en las últimas décadas de nuestra sociedad moderna es del -Consumismo-, ese al que ya cedemos tan complacientemente de manera automática y que si decidieramos deconstruir para tomar acciones más conscientes podríamos caminar en dirección a un sociedad más evolucionada.


En esos meses de encierro por primera vez me cuestioné por qué era tan recurrente el impulso de comprarme un par de prendas para la nueva temporada si era más que innecesario teniendo en cuenta que no sabíamos por cuánto tiempo más permaneceríamos encerrados, si tal vez podría usar ese dinero en algo más útil o simplemente ahorrarlo, entonces al observarme detenidamente pude reconocerme parte de un patrón de conducta instaurado inconscientemente, ?por qué es tan natural querer siempre más de lo necesario?. Estando todos los días en casa comencé a observar muchísimo más a los objetos y la manera en la que me sentía en relación a ellos, también el espacio en el que habitaba se convirtió practicamente en una entidad que en relación a esos objetos que lo componían podían influir muchísimo positivamente o no en mis estados de ánimo, sentía que mientras más cantidad de objetos a mi alrededor tenía más distracciones y energía acumulada que no sabía a donde direccionar, también comencé a pensar en la funcionalidad concreta de cada uno en mi vida evaluando su valor. Una de las reacciones naturales con las que más empaticé y me generaron una especie de restauración de fé en la humanidad es el hecho de observar como muchisimas personas comenzaron a crear su propio jardín, el reconocimiento colectivo de que el contacto directo con la naturaleza en nuestros espacios es tan vital como el oxígeno que nos brindan me pareció muy positivo pues se realzó el valor por los seres vivos más que por los objetos materiales.


Cuando comencé a cuestionarme nuestra relación con los espacios y objetos materiales en respuesta al bombardeo constante y explícito con publicidades detalladas de nuestros gustos personales, actividades, lugares frecuentes, personas y un largo etc.. pude vislumbrar algo tan naturalizado que es casi imperceptible: el consumismo es una de las más grandes pandemias de nuestra generación. El modelo de realidad que se nos presenta diariamente nos impone necesidades ficticias a través de personajes en la industria del entretenimiento que -Influencian- a la población a seguir idolatrando un estilo de vida netamente orientado hacia el materialismo. Estamos siendo programados diariamente para ser compradores insaciables e incapaces de ver más allá de las satisfacciones más inmediatas e individuales. Todavía seguimos apoyando causas que generan los desequilibrios por la que el planeta está viviendo una crisis global. En cuarentena radical nos maravillamos con la cantidad de ríos, playas, lagos, bosques y selvas que se limpiaron y en las que incluso salieron a la luz especies que se creía permanecían extintas, y eso fue un destello de lucidez enorme para que algunos nos replantearamos a qué industrias decidimos financiar y qué clase de ética tienen, nosotros como consumidores tenemos el poder de apoyar la esclavitud moderna, la crueldad animal o la contaminación brutal del ambiente o podemos asumir la responsabilidad de educarnos para tener una mejor capacidad de elección, optar por alternativas más conscientes y coherentes en respuesta al mensaje que nos comenzó a dar el planeta en el 2020.


Cuanto más profundicé en el planteamiento estuve cada vez más consciente del proceso en que solemos comprar cosas para luego descartarlas por moda o cualquier otra razón y acumularlas, cayendo en un circulo vicioso en el que nunca estamos satisfechos con lo que tenemos y se nos sigue haciendo difícil desprendernos de objetos a los que ya no les damos uso. Por otro lado a nível energético comencé a ser mas consciente de la "ligera" sensación incómoda que se genera al tener un rincón repleto de objetos en desuso por ejemplo, puede parecer que no tiene importancia pero cada vez que lo miras te resta armonía. Entonces cada vez que tenía esa "necesidad" de adquirir algo nuevo me preguntaba ? Es realmente necesario? Y mi respuesta casi el 90% de las veces era NO y así pasé un añó un el únicamente compré una prenda de ropa después de ser una compradora de temporada en modo automático. Eso me llevo de una u otra forma hacia este concepto a través de los algoritmos y sus formas de leernos la mente, lo que plantea el minimalismo es vivir con lo verdaderamente esencial para cada cual, teniendo presente que es muy variable para cada persona, la pregunta es ? Qué es lo realmente esencial para mi? ese pensamiento fue una gran actualización en el cambio de paradigma que estaba atravesando en el que justamente comenzaba a darle más valor a la esencia de las cosas que a las cosas en sí. El concepto de -ganar espacio- traía consigo una inversión de los valores que estamos acostumbrados a recibir en este plano, y sobretodo contrario a la narrativa de -quien más tiene mas vale o está mejor- que está tan instaurado en el in-consciente colectivo. Observar la esencia de las cosas y las personas para ser conscientes de lo realmente necesario nos puede traer muchísima claridad mental, acciones simples como dejar en mi escritorio solo las cosas que necesitaba ya sea para inspirarme o crear me facilitaba el momento de la acción porque esos objetos servían a ese propósito únicamente y disminuía las distracciones externas, regalar todos los objetos que ya no tenían una utilidad o que pertenecían a personas que ya no forman parte de mi vida, además de generarme un gran alivio fue una oportunidad de poner en práctica el desapegol. Esta perspectiva que en sus inicios surgió como un movimiento artístico como antítesis y en respuesta al Pop Art que basicamente era una representación del sueño americano con su incitación al consumo, se ha convertido en un estilo de vida que en su contraparte nos lleva a educarnos como consumidores, planteando darle más valor al espacio, la concepción del vacío como elemento primordial, y en consecuencia una mejor disposición al silencio mental que se nos ha venido robando de todas las formas posibles en los últimos años, este concepto no sólo se puede aplicar al plano físico en cada aspecto de nuestra existencia material si no que además podemos trasladarlo al plano de nuestro desarrollo interno, simplificando pensamientos, vínculos, proyectos, generando así un orden y armonía que nos permita sentirnos más cómodos, ligeros y enfocados en el propóstio verdadero de nuestras vidas.


Lo interesante además es que no hay reglas prescritas en esta filosofía de vida, es una invitación a conocernos más y hacernos más preguntas a la hora de invertir nuestro dinero en algo de forma automática y poco consciente, y diseñar un entorno que en todos los aspectos priorice reflejar nuestra esencia desde un lugar mas coherente con nuestros valores y necesidades. El minimalismo nos da la posibilidad de optimizar nuestras vidas empezando por el aspecto material, lo que además trae en consecuencia una paz mental y espiritual que les aseguro que no tiene precio en esta estructura en la que venimos acostumbrados y que ya no se sostiene, reducir el ruido visual y mental siempre conducirá hacia lo mejor de cada situación.


En mi caso particular como inmigrante y amante de la vida nómada me ha resultado un increíble hallazgo, es todo un logro personal saber que estoy reduciendo mi huella y además paso a paso diseño un entorno coherente con la vida y los ideales que me he detenido a plantearme en el último tiempo. Dicho esto, les dejo un poema de la generación beat que complace mis fantasías literarias de una manera exquisitamente minimalista:


La imagen, como un hexagrama


La imagen, como un Hexagrama:

El ermitaño bloquea sus puertas contra la tormenta de nieve.

Mantiene cálida la cabina.


Durante el invierno ordena todo lo que tiene.

Lo que fue comenzado debe ser terminado.

Lo que no, debe ser desechado.


En primavera emerge con una sola prenda

y un solo libro.


La cabina es muy limpia.


Excepto por eso, nunca podrías adivinar

si alguien ha vivido en ese lugar.



Extraído de Lew Welch, Ring of Bone: Collected Poemas 1950-1971.

Traducción: Juan Arabia.


Gracias por leer si llegaste hasta aquí !!

Que la vida hable por sí sola,

lo más hermoso es siempre lo más simple!


Les quiere Sai

Namasté!

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